domingo, 25 de agosto de 2013

Ideas inconexas.

A veces,
las estaciones no entienden de horarios,
ni los trenes de semáforos en rojo;
y los objetos olvidados me miran con envidia
porque vuelven a ser los únicos perdidos en esta terminal de vida.

A veces, es decir, cuando me cruzo contigo.

La brisa levanta los ánimos en vez de las faldas
después de todo este tiempo sin aire.
No me reproches que ahora quiera esnifar tu aliento.

El mundo se ha vestido del revés
para meterse en la cama y soñar contigo,
que llevas demasiado tiempo dormido.

Siempre amanecía cuando apagabas la luz.
Ven, que se me agotan los días.

No entraste por la puerta de atrás,
alunizaste de frente,
y no sé qué hacer con el montón de cristales rotos.
Pero no importa,
piso las nubes cuando sonríes
con cara de no haber roto una ventana,
sino veinte corazones.

Estás perdido entre los labios de mi boca
y la boca de mi estómago,
y yo no encuentro una salida que no sea vomitarte al suelo,
para dejar de boxear con las mariposas de allá adentro.

No necesito a alguien valiente a mi lado,
necesito a alguien que sienta el mismo miedo que yo
a las ideas inconexas de un sábado desterrado.

Te necesito a ti...
aunque estés lejos.

lunes, 12 de agosto de 2013

Aún me escribo cartas.


Hace mucho tiempo que no me veo en ningún sitio
y no me atrevo
a llamarme
para preguntarme
qué tal se me va la vida
y
qué tal me vuelven los recuerdos,
por si me miento
en vano
y en vena
-que llega más rápido
al cerebro-.

Celebro el aniversario
de las decepciones enlazadas
con mis miedos
“sí quiero”
y no puedo
como se celebra un funeral.

Nadie “celebra” un funeral.

Los momentos especiales
se pasaron de fecha
en calendarios con días en blanco
mientras yo contaba desde cero
la historia de terror de turno
en la que nunca me ha tocado a mí
ser salvada
porque a la tercera
va la vencida,
y yo siempre me he perdido antes.

¿Voy ganando la carrera del fondo?

   Me falta el aire
   y me sobran las lágrimas.

Pero nunca has abierto los ojos para respirar.


Porque da pánico circular en sentidos contrarios
a los establecidos.

Y el pánico no sabe que sentirse del revés
también puede ser el retorno a casa.

No puedo seguir andando
porque los gigantes son torpes,
y que bailen con doncellas de zapatos de cristal
sólo puede desencadenar una catástrofe.

Pero se puede hacer el ridículo descalzo,
e incluso el amor,
porque los prejuicios están en la cabeza y no en los pies.


Hace mucho tiempo que no me veo en ningún sitio
y no me atrevo
a llamarme,
 pero aún me escribo cartas.

viernes, 9 de agosto de 2013

No eres cuestión de magia.

Los que no creían en la magia
inventaron la poesía.

No eres cuestión de magia
-y la poesía es la respuesta-
porque los magos leen mentes
y los poetas,
corazones;
y tú siempre tienes tiempo para un latido más.

Por ti me quito el sombrero
y lo pongo a tus pies,
al lado del mundo,
para que las personas
te echen los abrazos
que echaron en falta
cuando sintieron frío,
porque la mejor caridad
es el cariño.

Si el sombrero fuera una chistera
sería más bien de chiste
porque no hay truco
ni necesidad de esconder nada.

Te leería cada noche
todos mis cuentos de miedo
para que te levantaras
sintiéndote la persona más valiente del mundo,

historias de fantasmas
que no son transparentes:
tienen color papel
y pupilas de tinta negra,

historias de cobardes
que les pintan cicatrices
con su puño
y
letra
para mantenerlos al margen
de la hoja.

Me dan a elegir una carta
y escojo las que me quedan por mandarte,
y las escaleras de colores,
mejor hacia tu casa.

Me encadené a ti
con grilletes
que unen por dentro,
y cuando me río contigo,
no recuerdo dónde están
y no podemos escapar.

Damos el espectáculo
sin cobrar entrada
pero las decepciones sólo son aptas
para unos pocos.

No entiendo de magia,
pero si me preguntan:

¿Dónde está la poesía?
¿Aquí?
(En tus ojos),
¿Aquí?
(En tu boca),
¿O aquí?
(En tus manos),

sé contestar:

la poesía está dónde tú la quieras encontrar.

No sé hacer magia,
y no me inquieta,
porque no me hace falta crear algo que no existe
si existes tú.

sábado, 3 de agosto de 2013

Ceda el peso.

Se había desecho de todos los retrovisores
para no ver el rastro de tristeza que dejaba
en la línea discontinua
de la vida
y
nunca llevaba chaleco reflectante
-hay personas que brillan por sí solas- decía.

Su sonrisa parachoques,
sin pintalabios por haber besado el pavimento
-por torpe
y por haber volado demasiado-
frenaba en seco a las personas

pero habría iniciado tres mil seiscientas revoluciones por segundo
con tan solo abrir la boca.

Tenía la puta manía
de cantar Don´t stop me now
por encima de lo incívicamente correcto
y nunca escuchaba el grito que se ahogaba dentro.

Siempre había preferido los caballos libres
a los encerrados en un motor
y se le aceleraban las pulsaciones
cuando no pisaba el suelo.

Iba a trescientos sesenta y cinco días por daño
en un año bisiesto:
le bastaba un día para ser feliz.

Cogió la irracional-V,
sin comprobar el tráfico de emociones
que la recorrían por dentro

ni las señales de advertencia
propias de purgatorios caducos:
le daba igual que llorar fuera obligatorio
y que la risa estuviera prohibida.

De repente,
frenó en mojado
esquivando mis lágrimas recién caídas.

-No llores, yo quiero morirme contigo de la risa.

No vio venir el miedo
que nos invadía de frente
a pies,
y al mirarme a los ojos
se salió de la circunvolución a toda velocidad
y se estampó contra el papel en blanco.

-Escríbeme de vez en cuando- me dijo,
y
se borró para siempre.

Se mató de la pena conmigo
pero sin mí.

Nota:
El contenido del texto es totalmente metafórico,
no es mi intención ofender a nadie.
Conducid con precaución.



miércoles, 31 de julio de 2013

Poemierda.

Ya veré como después de escribir esto me arrepiento.

Hoy te voy a escribir un poem...
mierda.

Un poemierda que cuente toda esa basura que llevamos dentro.

Al escribir soltamos las penas 
y nos escondemos la mano en la entrepierna,
o vete tú a saber dónde.

¿Y eso es de valientes?
Más bien son balidos de oveja.

Nos metemos las tristezas (mal) dobladas:
cuando llegan y cuando les escribimos la carta de despedida.

A veces me da pena
la pena que nos damos
los unos a los otros
escribiendo a personas
que no se molestaron siquiera
en hacernos reír.

He leído poemas dedicados a clavículas,
¡pues los gatos no tienen y viven siete vidas!
¿Un fémur tiene menos derecho que una clavícula a ser versado?

Y todos muriendo de amor,
como si no hubiera ya suficientes causas por las que morir
y a veces nos salvamos.

A demasiadas cosas llamamos poesía,
y a pocas personas llamamos a gritos.

Tanta rima
sólo para que se nos hagan las noches más cortas leyendo
en vez de llorando
(llorando, que no follando).

Que perecemos,
gilipollas.

Vamos de duros por fuera,
pero las pesetas ya no sirven, ¿eh?

Llamad a alguien para que nos limpie la mierda de dentro
porque ya empieza a oler a primavera.

Que se nos da muy bien eso de coger los sentimientos con pinzas
o de tocarlos con un palo,
pero nadie los coge con las manos
por el miedo a que los pisen.

¿Para tener mariposas en el estómago tuvimos que comer orugas?
Puag.
Para eso me trago cuchillos y voy de feria en feria.

Creemos
en
París
Roma
y
Madrid
pero nadie quiere nuestro vertedero de ventanas rotas.

Y yo últimamente tengo más aprecio a los cristales
porque se apartan a mi paso
desde un tercer piso.
y no me preguntan por qué escapo.

Pero nada de tirarse,
que esto es literatura...
para analfabetos.

Desde esta cornisa de falsos ilustrados,
saludo a todos los que pierden el sentido
(de lo que escriben)
las mismas veces que el norte,

que me están leyendo
pensando en que pierden más la dignidad
que las bragas
o los calzoncillos
y que eso debe suponer un problema.

Pensemos dos veces al día,
(por hacer un bis
a la vez que pis)
que si la poesía pudiera escribirnos a nosotros,
nos pondría un punto y final.

Y hoy voy a acabar el texto como siempre he querido hacerlo:

a tomar por culo.

Nos leemos a la vuelta...
de la realidad.
































martes, 30 de julio de 2013

Válvulas.


Las palabras que usas como válvulas de escape
se convierten en las válvulas que regulan el aporte de oxígeno.

En cada palabra,
guardo eso que unos llaman alma,
doses, sentimiento,
y treses identifican con un área cerebral.

Y lees,
pero no te encuentras:
usted no está aquí,
y mientras más se busca,
más se pierde.

En cada espacio,
estás rodeado de aire
pero ves como se extravía
llenando otros cuerpos
que ni se molestan en respirar la vida
que tú expiras.

En cada punto y coma,
doy tregua
al paso del tiempo,
y al “paso de ti”
que todos los días borro
del borde de la hoja
porque no me atrevo a escribirlo
en el centro de atención.

Tus ojos se beben los versos,
saltando de letra en letra,
con su nistagmo de ver pasar los trenes
de la vida
y nosotros sin estación en la que subirnos.

¿Qué demonios estamos haciendo
si nos merecemos ángeles?

Hacemos de letras
corazón,
y
con razón se nos vierte la sangre
porque ya tenemos uno
y nos sobra
para re-partirlo.

En cada punto y final,
uno de sutura,
que cierre heridas que no se cierran
fuera del papel.

Cuando se agotan las palabras,
nos des-vivimos en la anoxia,
esperando la próxima ráfaga de viento
aunque pueda convertirse en huracán.


Seguid respirando e insuflando vida.






sábado, 27 de julio de 2013

El amor no se viste de etiqueta.

A todos y a todas.
Somos libres
-en teoría-
porque aún hemos de serlo
en la práctica.


Amor libre = felicidad

.


Eruditos en mente plana,
a los que les asusta la entropía,
quieren encerrar en una
todas las formas de energía.

Se darían cuenta de que la suya
no es la única fórmula correcta
si abrieran más los ojos
y cerraran más la boca

para escuchar los silencios
de los cuerpos hechos cárceles,
para ver la curvatura de las sonrisas
después de tantas muecas rectas.

Se darían cuenta de que la suya
es una hipótesis errónea
porque las personas son variables
 y los abrazos son sustratos,
y da igual si la incógnita es X o Y
si el resultado es ser feliz.

Las condiciones normales
nunca se cumplen:
se nos congelan las venas a temperatura ambiente
aguantando los inviernos
y ardemos bajo el peso de otros cuerpos
olvidando los barómetros.

Infinitos grados
de temperacura
y todas las atmósferas
de pasión
que podamos soportar.

Seamos más verdad
que apariencia,
más masa que volumen,
para que pesen menos los golpes de la vida.

Reaccionemos
sin dar los productos previstos,
formando en su lugar lazos de colores.

Hagamos el amor
con miles de excepciones que destruyan la norma
de que solo hay una manera de querer
y mil maneras de sufrir.

Un amor
que no vista de etiqueta,
porque,
lamentablemente,
muchas etiquetas
convirtieron a personas
en puntos de mira y disparo.



viernes, 19 de julio de 2013

Homenaje a mis desastres.


Homenaje a mis desastres: 
Lágrimas,
que se tiran al vacío del papel
y amanecen gritos ahogados entre líneas.


No importa las veces que hayamos caído si hemos conseguido levantarnos.

Y tendríamos razón
-pero menos sentimientos-,
si no fuera
porque las heridas
siempre vuelven a abrirse
como las flores cada primavera
pero solo mostrando las espinas.

Mejor elevarse triunfal
con las rodillas despellejadas
que gatear con el fracaso.

Yo también estoy de acuerdo,
te lo prometo,
pero descrúzame los dedos,
que no puedo seguir escribiendo
esta esquela a mis victorias,
este homenaje a mis desastres.

Nadie advirtió que volar
incluye aterrizajes forzosos,
forzados por nosotros mismos,

que despegamos
sin tener alas,

que nos despeñamos
en negar
que el vuelo solo es el reflejo del arrastre.

No se oirán tus gritos en la caja negra del silencio
ni se acordonará el perímetro de tu ausencia
-aunque yo delimitaría con lazos
el camino de tu espalda a tus tobillos-.

Lo siento,
es culpa nuestra:
nunca caemos
en la cuenta
de que nadie pone flores
en la cuneta
donde yacen ilusiones
fuera de circulación.

Campeones en salto
de las piedras del camino,
tristes
incapaces de borrarnos las huellas del destrozo.

Cría decepciones
y te llorarán los ojos:

mejor soltar lágrimas
                                           -que se sabe cuando vienen-
que albergar tsunamis;

y si aparece el arcoiris en tu mirada
 -la mitad de una diana-
tienes una bala en el bolsillo.

Siempre estaremos entre la espada y la pared
-y nunca fuimos campeones de esgrima-
si no nos decidimos a arrancarnos los cuchillos
que tenemos entre espalda y corazón.

Que no cunda el pánico,
nadie es tan valiente.

Que no cunda la valentía,
nadie tiene tanto pánico.

En el fondo,
todos nos desangramos
porque
el tiempo no nos cura.








miércoles, 17 de julio de 2013

Cuatro patas corren más que dos.

A todas las personas bonitas
que re-corren la vida conmigo.

No quiero que el embalaje de tu felicidad se rompa
y las advertencias de “contenido frágil” dejen de tener sentido,
quiero sujetarte fuerte entre mis abrazos
para que tus miedos
no duerman a ras del suelo
sino al lado de los míos…

aunque de frágil,
sólo tienes la mentira.

No quiero que amanezcas con el sol
y la madrugada se restrinja a una franja horaria,
quiero que renazcas libre,
más brillante cada día
en medio de la noche más cerrada,
recuerda:
se puede ver en la oscuridad,
sin necesidad de tapetum
y con legañas.

No quiero que prometas no marcharte
y se queden paralelos tus cruces de caminos,
quiero que te vayas
conmigo
y no me sueltes la sonrisa de la mano.

No quiero que pidas deseos a una estrella fugaz
y no puedas decirlos en voz alta,
quiero que me los grites
cada segundo
hasta dejarte la garganta
para dejarme la vida
haciéndonos realidad.

No quiero que busques excusas para huir
y encuentres razones para hacerlo,
quiero que no olvides
que huiré contigo
porque no quiero,
te quiero.


martes, 9 de julio de 2013

Algodón de azúcar (para detener hemorragias de agujeros negros).

“Ahora tenía claro porque me sentía así: no se había ido la persona que más había querido, se había ido la persona que más me ha querido.”

Albert Espinosa.

Intento transformar doscientas lágrimas por ojo
en unas cinco palabras por línea
para que tengan sentido
(de ida para no volver)
incluso para alguien.

Pero nada es suficiente,
si mi mente es declarada zona catastrófica
porque cada pensamiento
es doblar la esquina
sin salir de casa
y que no estés.

Tan absurdo 
como intentar taponar
con algodón de azúcar
los agujeros negros
que nos abre la vida
al disparar
con los ojos cerrados

   -no nos mata por error de cálculo,
                                         pero en cada disparo
                                                               se lleva algo de nosotros-


para que,
entre tanta amargura,
durante diez minutos al día
podamos tener seis años de nuevo
y seguir dando vueltas en el tiovivo.

Día a día,
me extraigo las balas:
manos que me faltan,
miedos que me sobran,
y prometo no ponerme tan a tiro.

Pero la vida nunca promete dejar de disparar,

por eso siempre he querido de más
para compensar echar tanto de menos.

Intento transformar doscientas lágrimas por ojo
en unas cinco palabras por línea
para escribirte con la tinta más bonita del mundo
de la forma más estúpida posible…

que no me olvido de ti.



lunes, 8 de julio de 2013

Dama de corazones (Alma de felicidad masiva II).


Realmente, no sé si es aficionada al póker,
pero sé que conocerla
fue mi mejor premio.


Ella,
ganadora en la partida de la vida,
siempre apuesta por la más alta sonrisa.

Jugadora tan valiente,
que bajo sus mangas
no esconde ases,
sino venas.

Guarda en sus manos
corazones rojos,
desangrados,
y corazones negros,
desvalidos,
cortados por el miedo
que asesinó sus latidos.

Entre ellos está el mío:
el rey de corazones rotos,
al que escribió en el reverso:
nunca te des por vencido.

miércoles, 19 de junio de 2013

Alma de felicidad masiva.

A Raquel,
mi alma de felicidad masiva.


Ella es toda una princesa,
por la que perder la cabeza,
las bragas
y la vergüenza,
e incluso perderme a mí misma
buscando ese maldito zapato
si dice que lo ha perdido
de fiesta en cualquier verbena.

En mis mejores recuerdos
sentada reina
en tu trono de plástico: una silla de Ikea,
luciendo joyas de bolitas y cordeles:
pulseras y cocodrilos rosas, azules y verdes.

Cuando camina por la calle,
convierte en súbditas las retinas;
y de besos se alfombran las esquinas
para que no se arañe cuando pase.

Es de la corte por fuera,
pero por dentro es plebeya:
no entiende de mandatos ni cadenas;
solo quiere volar libre
y que tú vueles con ella.

Y si alguna vez recorta alas,
sentada en cualquier acera,
lo hace porque no hay plumas que valgan,
si no es el corazón el que se eleva.      



Ella es un salvavidas
con el que no me importaría hundirme.


“Ella solo tiene miedo al miedo,
y hasta el miedo
la amaría.”
Carlos Salem


“Que la he visto volar
por encima de poetas
que valían mucho más que estos dedos.”
Escandar Algeet


miércoles, 12 de junio de 2013

Vivir. Con la v de valiente.

A una muchacha de ojos tristes.

-La puta de la vida
te firma con su inicial
la v de valiente
todos sus tatuajes.-



A gritos se rompió el cristalino de tus ojos
y
viste
el
mundo
en
fragmentos,
se congeló la sangre de tus venas
como aristas te perforaron los recuerdos,
y tus manos se vistieron de despojos
para enlazarse con la pena.

El rápido paso del tiempo
se convirtió en una condena perpetua.

Para renacer el miedo
se bautizó en tus lágrimas
con tu nombre y apellidos
y para darte las gracias,
te abrió las entrañas
sin tener que usar cuchillos.

Dejaste de ser tú misma
para engañar a los espejos
y vomitar sonrisas podridas
en un acto reflejo.

Pero no estás sola
estás conmigo,
y juntas podemos elegir
a qué temor pegarle un tiro.

Aunque hayamos caído
podemos levantarnos
la una con la otra
y borrarnos con abrazos
las heridas del camino.

Si dejamos de ver
la luz que destilamos,
podemos frotarnos los ojos
con una estrella para alumbrarnos.

Y si nos entra el miedo
al borde del precipicio,
podemos recordarnos
que más vale tu mano en mi mano
y nosotras dos volando.



lunes, 3 de junio de 2013

Felicidad de alta calidad.

Tal vez no sea la primera mujer del mundo,

pero para alguien es la única.

Ella simplemente estaba,
como están las estrellas allá arriba,
pero aquí abajo,
y he sentido el desconsuelo de las más fugaces
que se han quitado el brillo a mediodía.

Desafiaba al mundo con las manos en alto,
guerrera que carga las metralletas con margaritas,
capaz de guiar contigo al ejército más valiente del mundo,
formado por un par de cadetes,
dos gatos
y tres o cuatro bichos palo.

Con esa sonrisa,
la sonrisa de alguien que espera todo de la vida
mientras simplemente espera a que le saques una foto,
por poco no me enamoro yo y te quito el puesto.

Que no te extrañe,
si en esos ojos he tirado todos los puzzles,
porque nada encaja como sus pupilas con las tuyas.

He visto a la felicidad encerrada en su cara,
sufrir un síndrome de Estocolmo terrible
y no querer salir,
a pesar de los golpes de la vida.

Y la entiendo,
porque renace
cada día
de ese uno para el otro:

Ella,
entre miles de colores,
sobresaliendo en primavera,
y tú,
suspendiendo en el intento
de no hacer su risa eterna
en un instante
pixelado.

domingo, 2 de junio de 2013

El mayo en que asesiné a las flores.

Dedicado a la primavera,
que me coloca malas metáforas en la cabeza
y se deja la belleza tirada por todas partes.


Primavera,
ya no me engañas
ni con todo tu artificio:
ahora ya sé que las amapolas
nacen de pintar a besos
las margaritas muertas
con el rojo de sus labios.

   Lo sé,
 porque asesiné
a todas las que osaron
            decirle
en medio de la duda,
“no te quiere”.


Siempre te (d)escribo con metáforas
en un intento de que la tinta no nos salpique,
como la mierda,
como la sangre,
como la lluvia,
como la vida.

Pero detrás de la aparente calma,
siempre se forja una tormenta,
y en los charcos de la acera,
puedes nadar en un océano.

Y estoy cansada de que todas los diluvios
estallen en mis ojos
en vez de bañarnos en la calle
cuando estemos sin paraguas.

Por eso,
hoy te digo que te quiero.
Y si me mancho escribiendo esto,
mejor,
me comí el mundo
y mereció la pena.

Te quiero,
y quien no lo haga,
que tire la primera piedra…
(con certera puntería a su cabeza)
y me preste el resto
para tropezarme siempre contigo.

Te quiero
en cada segundo
de todo el tiempo del mundo
y en cada milímetro
que no quiero que nos separe.

Te quiero,
cuando sonríes
                                                                 aires

                                                 los

                           por
y me vuelas


aunque

luego


 la caída

                           sea
                                     tan 
                                              libre
                                                       como
                                                                 el
                                                                      vuelo,


o cuando me enseñas de la mano
que volar bajo
 por mí misma
también es volar,
y que el mérito está en despegar del miedo
y no en alcanzar ninguna cumbre.

Desde que te quiero
no soy mejor ni peor persona:
soy yo,
eso que nunca he sido,
con los mismos abismos
y los mismos vértigos
al asomarme a ellos;
soy la misma
pero radicalmente distinta:
soy yo… contigo
y, por tanto, más feliz.

Te quiero,
y si te odio a veces,
es porque te quiero.

Te quiero,
y es solo consecuencia de circuitos neuronales
(incorrectos)
de igual forma
que los colores
que visten la vida
dependen de un flash en la retina.

Te quiero
porque sí,
y no por ser así de simple,
deja de ser hermoso.

Ya no sé,
si te he dicho que te quiero,
porque se me han emborronado las palabras
al salirme a borbotones
del margen establecido.

                                                                                                                    
[Sécate cuando hayas cerrado estas palabras
con un clic o bajo llave,
porque incluso lo bonito,
sin darte cuenta,
te empapa
cuando no quieres mojarte.]

lunes, 13 de mayo de 2013

Funambulismo en tu silencio.

Yo le digo a tu silencio que se vaya,
que se vuelva a la garganta de la que no ha salido,
que hoy no quiero paz,
ni descanso,
ni asilo.

Quiero que me escueza la sal de tus palabras
en mis heridas que nunca se cierran
y que me asuste la fiera encerrada en tu voz
que nunca liberas.

Pero tú sólo me ofreces
este papel de funambulista experta
en las cuerdas vocales de la ausencia
donde yo me columpio sosteniendo unas tijeras.

Córtalas, me digo,
que este mundo mudo,
no está hecho a tu medida,
que si dejas de ahogar penas,
no te importa la caída.

Pero yo nunca me atrevo,
no tengo cualidades de heroína:
yo soy más de atar,
cobarde,
con tu nombre mi sonrisa.

Y de intentar que revivan
uno a uno,
letra a letra,
esos ecos de tu voz ahorcados,
que se pudren bajo tierra.




"Ya verás como me olvidas,
y te encuentro en cualquier bar
pegando saltos de alegría
y me dices que lo nuestro no era lo que merecías..."

miércoles, 10 de abril de 2013

Me rompiste los esquemas.

Para tí, 

que me cuidas como un hermano.


Yo ya había cubierto ese vacío con sueños de niña pequeña
y tú te hiciste sitio en ellos,
en silencio,
sigiloso
como el viento que arrastra las hojas del otoño.

No te conocía, y al día siguiente, sin ti, ya no podía caminar.

¿Recuerdas?

Me agarraba de tu mano en silencio,
mientras mis ojos te gritaban “no me sueltes nunca”.

Aún no sé que pasó esa tarde,
si se alinearon los planetas o directamente dejaron de girar,
pero cuando tus palabras me alcanzaron,
me inundaron con la fuerza de las olas,
chocando contra mis ideas preconcebidas,
erosionando mi mundo gris
y transformándolo en un arcoiris de colores que ni tan siquiera conocía.

A veces me indigno,
porque no llamaste al timbre a ver si estaba,
te deslizaste por debajo de la puerta sonriendo,
como se cuela el 29 de febrero en el calendario.

Me caíste encima,
como la manzana en la cabeza de Newton,
y cuando te sujeté entre mis manos,
me di cuenta de que eras la solución de mis problemas,
pero también la incógnita de otros muchos.

¿Te has visto sonreír?

Al lado de esa sonrisa,
el amazonas no es belleza.

Recojo las gotas de lluvia para que hagan de espejo,
porque el cristal se ha roto en mil pedazos de impotencia,
no hay reflejo que te haga justicia.

No eres de este mundo,
y por más que hago palanca no encajas.

No deberías permanecer aquí,
posible presa de los desengaños de la vida…

Sigues guardando sueños bajo la almohada
para que te los cambien por realidades
y no miras debajo de la cama por si te lleva el coco,
negándote a creer que bajo la almohada también hay pesadillas
y que debajo de la cama solo hay mierda.

Sigues intentando atrapar el océano con las manos,
mientras yo me empeño en sustituirlo por charcos sucios
para que puedas guardarlo en peceras de plástico.

Sigues volando por las calles,
echando carreras a los cantos que ruedan por el suelo,
y parándote en seco cuando me encuentras
para que crea que llevo ventaja.

Eres el arnés que me salva de caer,
la cuerda floja sobre la que me tambaleo
y la soga que me ahorca.

Eres tan libre,
que contigo tengo la sensación
de que aunque te ate con mil nudos,
te irás,
de que en cuanto deje de mirarte y me descuide,
desaparecerás.
Y entonces la que desapareceré seré yo.

Por eso,
las lágrimas secuestraron a la confianza,
y como rescate:
arañé tu forma de ser
y te puse el listón a la altura del infinito.

Y tú,
lejos de pagarme con la misma moneda,
esperabas pacientemente a que recobrara la cordura,
dejándome siempre un rastro que seguir.

Ahora me doy cuenta de que:
si me giro, ahí estás,
si huyo, vas detrás,
siempre duermes con un ojo abierto y otro cerrado
y como un guardián entre el centeno,
vigilas que no me caiga al precipicio.

Eres tan increíble que parece magia,
por eso nunca digo las palabras mágicas en voz alta,
para que nadie conozca el truco
y para que la inquisición viva en la ignorancia.

Deberían conocerte para entenderlo,
para maravillarse de cómo coses heridas sin agujas,
para emocionarse cuando tocas sin las manos.

Pero no se atreven.
Prefieren seguir uniendo puntos,
en vez de salirse del papel.

Y yo me he salido del papel,
lo he convertido en avión,
me he subido en él
y he despegado por la ventana.

Porque contigo.
no hay normas que valgan:
puedes destruirme en un segundo
y al siguiente intentar reconstruirme con tiritas de colores.

Contigo no hay repeticiones,
ni cimientos sólidos.
Contigo, hago un castillo de naipes sobre arenas movedizas.

Eres un trilero,
de esos de la calle,
que esconden un tesoro
y engañan a la gente.
Pero a mí ya no me engañas,
es cuestión de pose,
por dentro eres más blando
que los que lloran con titanic,
y tú eres el tesoro:
te escondes de ti mismo.

A veces eres mi diciembre triste,
o mi mayo enfadado.
A veces te sonrío en noviembre
o te lloro en año nuevo.

Un año llegaste,
sin avisar,
y me rompiste todos los esquemas,
dibujados por el tiempo.

Y yo sola aprendí a quererte así,
como te quiero ahora,
aunque a veces tenga miedo.

Siempre me dejo un  abrazo en el tintero, así que hoy abraza muy fuerte estas palabras.