miércoles, 31 de julio de 2013

Poemierda.

Ya veré como después de escribir esto me arrepiento.

Hoy te voy a escribir un poem...
mierda.

Un poemierda que cuente toda esa basura que llevamos dentro.

Al escribir soltamos las penas 
y nos escondemos la mano en la entrepierna,
o vete tú a saber dónde.

¿Y eso es de valientes?
Más bien son balidos de oveja.

Nos metemos las tristezas (mal) dobladas:
cuando llegan y cuando les escribimos la carta de despedida.

A veces me da pena
la pena que nos damos
los unos a los otros
escribiendo a personas
que no se molestaron siquiera
en hacernos reír.

He leído poemas dedicados a clavículas,
¡pues los gatos no tienen y viven siete vidas!
¿Un fémur tiene menos derecho que una clavícula a ser versado?

Y todos muriendo de amor,
como si no hubiera ya suficientes causas por las que morir
y a veces nos salvamos.

A demasiadas cosas llamamos poesía,
y a pocas personas llamamos a gritos.

Tanta rima
sólo para que se nos hagan las noches más cortas leyendo
en vez de llorando
(llorando, que no follando).

Que perecemos,
gilipollas.

Vamos de duros por fuera,
pero las pesetas ya no sirven, ¿eh?

Llamad a alguien para que nos limpie la mierda de dentro
porque ya empieza a oler a primavera.

Que se nos da muy bien eso de coger los sentimientos con pinzas
o de tocarlos con un palo,
pero nadie los coge con las manos
por el miedo a que los pisen.

¿Para tener mariposas en el estómago tuvimos que comer orugas?
Puag.
Para eso me trago cuchillos y voy de feria en feria.

Creemos
en
París
Roma
y
Madrid
pero nadie quiere nuestro vertedero de ventanas rotas.

Y yo últimamente tengo más aprecio a los cristales
porque se apartan a mi paso
desde un tercer piso.
y no me preguntan por qué escapo.

Pero nada de tirarse,
que esto es literatura...
para analfabetos.

Desde esta cornisa de falsos ilustrados,
saludo a todos los que pierden el sentido
(de lo que escriben)
las mismas veces que el norte,

que me están leyendo
pensando en que pierden más la dignidad
que las bragas
o los calzoncillos
y que eso debe suponer un problema.

Pensemos dos veces al día,
(por hacer un bis
a la vez que pis)
que si la poesía pudiera escribirnos a nosotros,
nos pondría un punto y final.

Y hoy voy a acabar el texto como siempre he querido hacerlo:

a tomar por culo.

Nos leemos a la vuelta...
de la realidad.
































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