viernes, 9 de agosto de 2013

No eres cuestión de magia.

Los que no creían en la magia
inventaron la poesía.

No eres cuestión de magia
-y la poesía es la respuesta-
porque los magos leen mentes
y los poetas,
corazones;
y tú siempre tienes tiempo para un latido más.

Por ti me quito el sombrero
y lo pongo a tus pies,
al lado del mundo,
para que las personas
te echen los abrazos
que echaron en falta
cuando sintieron frío,
porque la mejor caridad
es el cariño.

Si el sombrero fuera una chistera
sería más bien de chiste
porque no hay truco
ni necesidad de esconder nada.

Te leería cada noche
todos mis cuentos de miedo
para que te levantaras
sintiéndote la persona más valiente del mundo,

historias de fantasmas
que no son transparentes:
tienen color papel
y pupilas de tinta negra,

historias de cobardes
que les pintan cicatrices
con su puño
y
letra
para mantenerlos al margen
de la hoja.

Me dan a elegir una carta
y escojo las que me quedan por mandarte,
y las escaleras de colores,
mejor hacia tu casa.

Me encadené a ti
con grilletes
que unen por dentro,
y cuando me río contigo,
no recuerdo dónde están
y no podemos escapar.

Damos el espectáculo
sin cobrar entrada
pero las decepciones sólo son aptas
para unos pocos.

No entiendo de magia,
pero si me preguntan:

¿Dónde está la poesía?
¿Aquí?
(En tus ojos),
¿Aquí?
(En tu boca),
¿O aquí?
(En tus manos),

sé contestar:

la poesía está dónde tú la quieras encontrar.

No sé hacer magia,
y no me inquieta,
porque no me hace falta crear algo que no existe
si existes tú.

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