domingo, 25 de agosto de 2013

Ideas inconexas.

A veces,
las estaciones no entienden de horarios,
ni los trenes de semáforos en rojo;
y los objetos olvidados me miran con envidia
porque vuelven a ser los únicos perdidos en esta terminal de vida.

A veces, es decir, cuando me cruzo contigo.

La brisa levanta los ánimos en vez de las faldas
después de todo este tiempo sin aire.
No me reproches que ahora quiera esnifar tu aliento.

El mundo se ha vestido del revés
para meterse en la cama y soñar contigo,
que llevas demasiado tiempo dormido.

Siempre amanecía cuando apagabas la luz.
Ven, que se me agotan los días.

No entraste por la puerta de atrás,
alunizaste de frente,
y no sé qué hacer con el montón de cristales rotos.
Pero no importa,
piso las nubes cuando sonríes
con cara de no haber roto una ventana,
sino veinte corazones.

Estás perdido entre los labios de mi boca
y la boca de mi estómago,
y yo no encuentro una salida que no sea vomitarte al suelo,
para dejar de boxear con las mariposas de allá adentro.

No necesito a alguien valiente a mi lado,
necesito a alguien que sienta el mismo miedo que yo
a las ideas inconexas de un sábado desterrado.

Te necesito a ti...
aunque estés lejos.

lunes, 12 de agosto de 2013

Aún me escribo cartas.


Hace mucho tiempo que no me veo en ningún sitio
y no me atrevo
a llamarme
para preguntarme
qué tal se me va la vida
y
qué tal me vuelven los recuerdos,
por si me miento
en vano
y en vena
-que llega más rápido
al cerebro-.

Celebro el aniversario
de las decepciones enlazadas
con mis miedos
“sí quiero”
y no puedo
como se celebra un funeral.

Nadie “celebra” un funeral.

Los momentos especiales
se pasaron de fecha
en calendarios con días en blanco
mientras yo contaba desde cero
la historia de terror de turno
en la que nunca me ha tocado a mí
ser salvada
porque a la tercera
va la vencida,
y yo siempre me he perdido antes.

¿Voy ganando la carrera del fondo?

   Me falta el aire
   y me sobran las lágrimas.

Pero nunca has abierto los ojos para respirar.


Porque da pánico circular en sentidos contrarios
a los establecidos.

Y el pánico no sabe que sentirse del revés
también puede ser el retorno a casa.

No puedo seguir andando
porque los gigantes son torpes,
y que bailen con doncellas de zapatos de cristal
sólo puede desencadenar una catástrofe.

Pero se puede hacer el ridículo descalzo,
e incluso el amor,
porque los prejuicios están en la cabeza y no en los pies.


Hace mucho tiempo que no me veo en ningún sitio
y no me atrevo
a llamarme,
 pero aún me escribo cartas.

viernes, 9 de agosto de 2013

No eres cuestión de magia.

Los que no creían en la magia
inventaron la poesía.

No eres cuestión de magia
-y la poesía es la respuesta-
porque los magos leen mentes
y los poetas,
corazones;
y tú siempre tienes tiempo para un latido más.

Por ti me quito el sombrero
y lo pongo a tus pies,
al lado del mundo,
para que las personas
te echen los abrazos
que echaron en falta
cuando sintieron frío,
porque la mejor caridad
es el cariño.

Si el sombrero fuera una chistera
sería más bien de chiste
porque no hay truco
ni necesidad de esconder nada.

Te leería cada noche
todos mis cuentos de miedo
para que te levantaras
sintiéndote la persona más valiente del mundo,

historias de fantasmas
que no son transparentes:
tienen color papel
y pupilas de tinta negra,

historias de cobardes
que les pintan cicatrices
con su puño
y
letra
para mantenerlos al margen
de la hoja.

Me dan a elegir una carta
y escojo las que me quedan por mandarte,
y las escaleras de colores,
mejor hacia tu casa.

Me encadené a ti
con grilletes
que unen por dentro,
y cuando me río contigo,
no recuerdo dónde están
y no podemos escapar.

Damos el espectáculo
sin cobrar entrada
pero las decepciones sólo son aptas
para unos pocos.

No entiendo de magia,
pero si me preguntan:

¿Dónde está la poesía?
¿Aquí?
(En tus ojos),
¿Aquí?
(En tu boca),
¿O aquí?
(En tus manos),

sé contestar:

la poesía está dónde tú la quieras encontrar.

No sé hacer magia,
y no me inquieta,
porque no me hace falta crear algo que no existe
si existes tú.

sábado, 3 de agosto de 2013

Ceda el peso.

Se había desecho de todos los retrovisores
para no ver el rastro de tristeza que dejaba
en la línea discontinua
de la vida
y
nunca llevaba chaleco reflectante
-hay personas que brillan por sí solas- decía.

Su sonrisa parachoques,
sin pintalabios por haber besado el pavimento
-por torpe
y por haber volado demasiado-
frenaba en seco a las personas

pero habría iniciado tres mil seiscientas revoluciones por segundo
con tan solo abrir la boca.

Tenía la puta manía
de cantar Don´t stop me now
por encima de lo incívicamente correcto
y nunca escuchaba el grito que se ahogaba dentro.

Siempre había preferido los caballos libres
a los encerrados en un motor
y se le aceleraban las pulsaciones
cuando no pisaba el suelo.

Iba a trescientos sesenta y cinco días por daño
en un año bisiesto:
le bastaba un día para ser feliz.

Cogió la irracional-V,
sin comprobar el tráfico de emociones
que la recorrían por dentro

ni las señales de advertencia
propias de purgatorios caducos:
le daba igual que llorar fuera obligatorio
y que la risa estuviera prohibida.

De repente,
frenó en mojado
esquivando mis lágrimas recién caídas.

-No llores, yo quiero morirme contigo de la risa.

No vio venir el miedo
que nos invadía de frente
a pies,
y al mirarme a los ojos
se salió de la circunvolución a toda velocidad
y se estampó contra el papel en blanco.

-Escríbeme de vez en cuando- me dijo,
y
se borró para siempre.

Se mató de la pena conmigo
pero sin mí.

Nota:
El contenido del texto es totalmente metafórico,
no es mi intención ofender a nadie.
Conducid con precaución.