lunes, 12 de agosto de 2013

Aún me escribo cartas.


Hace mucho tiempo que no me veo en ningún sitio
y no me atrevo
a llamarme
para preguntarme
qué tal se me va la vida
y
qué tal me vuelven los recuerdos,
por si me miento
en vano
y en vena
-que llega más rápido
al cerebro-.

Celebro el aniversario
de las decepciones enlazadas
con mis miedos
“sí quiero”
y no puedo
como se celebra un funeral.

Nadie “celebra” un funeral.

Los momentos especiales
se pasaron de fecha
en calendarios con días en blanco
mientras yo contaba desde cero
la historia de terror de turno
en la que nunca me ha tocado a mí
ser salvada
porque a la tercera
va la vencida,
y yo siempre me he perdido antes.

¿Voy ganando la carrera del fondo?

   Me falta el aire
   y me sobran las lágrimas.

Pero nunca has abierto los ojos para respirar.


Porque da pánico circular en sentidos contrarios
a los establecidos.

Y el pánico no sabe que sentirse del revés
también puede ser el retorno a casa.

No puedo seguir andando
porque los gigantes son torpes,
y que bailen con doncellas de zapatos de cristal
sólo puede desencadenar una catástrofe.

Pero se puede hacer el ridículo descalzo,
e incluso el amor,
porque los prejuicios están en la cabeza y no en los pies.


Hace mucho tiempo que no me veo en ningún sitio
y no me atrevo
a llamarme,
 pero aún me escribo cartas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario