sábado, 27 de julio de 2013

El amor no se viste de etiqueta.

A todos y a todas.
Somos libres
-en teoría-
porque aún hemos de serlo
en la práctica.


Amor libre = felicidad

.


Eruditos en mente plana,
a los que les asusta la entropía,
quieren encerrar en una
todas las formas de energía.

Se darían cuenta de que la suya
no es la única fórmula correcta
si abrieran más los ojos
y cerraran más la boca

para escuchar los silencios
de los cuerpos hechos cárceles,
para ver la curvatura de las sonrisas
después de tantas muecas rectas.

Se darían cuenta de que la suya
es una hipótesis errónea
porque las personas son variables
 y los abrazos son sustratos,
y da igual si la incógnita es X o Y
si el resultado es ser feliz.

Las condiciones normales
nunca se cumplen:
se nos congelan las venas a temperatura ambiente
aguantando los inviernos
y ardemos bajo el peso de otros cuerpos
olvidando los barómetros.

Infinitos grados
de temperacura
y todas las atmósferas
de pasión
que podamos soportar.

Seamos más verdad
que apariencia,
más masa que volumen,
para que pesen menos los golpes de la vida.

Reaccionemos
sin dar los productos previstos,
formando en su lugar lazos de colores.

Hagamos el amor
con miles de excepciones que destruyan la norma
de que solo hay una manera de querer
y mil maneras de sufrir.

Un amor
que no vista de etiqueta,
porque,
lamentablemente,
muchas etiquetas
convirtieron a personas
en puntos de mira y disparo.



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