domingo, 31 de marzo de 2013

Escrita en braille

A veces parece que los demás no tienen puntos débiles y que tú estás escrito en braille.


Cada palabra aplasta, mutilando los intentos en los que me he arrancado el desánimo de raíz para poder crecer, y, yo, sólo puedo restarle importancia, como si no me quemara la garganta con cada mentira, como si no me bombeara la cabeza en lugar del corazón.

Cada fallo atraviesa, abriendo heridas y cerrando ojos, aunque puedo ver la decepción perenne en los tuyos, que me miran esperando ver volar mariposas en primavera y se tienen que conformar con orugas lentas atrapadas en su capullo.

Cada lágrima desborda mares de tristeza, en los que permanecen envaradas las ilusiones contaminando las mañanas, en los que naufraga mi sonrisa y, aunque intentes salvarme, no hay supervivientes.

Me miro al espejo y no me reconozco, pero él no tiene la culpa y soy yo la que se parte en mil pedazos.

martes, 19 de marzo de 2013

Sonrío cuando llueve.

Ella siempre saltaba de charco en charco con toda la energía que guardaba dentro en un intento de pisar sus propias lágrimas, mojándose las botas y el corazón.

Sin embargo, esa tarde sus ojos dejaron de llover y, ajena a la hipotermia exterior, sobrevolaba los charcos, cual ave fénix, evaporándolos en las cenizas de sí misma.

Sus pies, tan cargados de ilusión que parecían fracturarse, bailaban con las hojas dormidas del otoño, despertando primaveras a cada paso. Sus manos, alas desplegadas regadas por el aguacero, no querían desenredarse de aquel sueño. Sus ojos, soleados después de tantas tormentas, deslumbraban a la ciudad en ese amanecer a deshora.

Cuando llueve, ya no destroza charcos, refleja su sonrisa en ellos.


Gracias a todos los que se pararon a leerme.


Dedicado a todos los que se pararon a leerme. 

Miles de gracias.